P: ¿Cómo recuerdas tus inicios como escritora?
R: Podría decir que he escrito desde siempre. Yo pienso que toda la gente que escribe lo hace desde que son pequeños. Es una cosa que no se explica. Veía a mi abuelo escribir, mi padre también escribía en casa… No sé, siempre ha estado a mi alrededor. Es una forma de expresión que entraba dentro de mis posibilidades.
P: ¿Cómo surgió tu primera obra de teatro?
R: Empecé a publicar cosas más en serio hace, por lo menos, doce años, cuando una amiga mía, que pertenece a Guate Teatro y era maestra en la escuela de adultos, me dijo que estaba buscando una obra que fuera de mujeres. En el taller de teatro que tenía siempre intentaba incluir a todas las alumnas y alumnos, y un día le dije: “Pues mira, yo te podría escribir una obra si quisieras”. Yo tenía en mente una obra de teatro que quería
escribir, así que lo hice, pero pensé: “Bueno, la escribo y ya veremos”. Al estreno asistió mucha gente conocida sin saber muy bien qué iban a encontrarse, y sorprendentemente gustó mucho. Ahí estuve, al menos, siete años, haciendo obras de teatro cada año para la Semana Cultural Intercentros. Llegamos a actuar en otras localidades como El Coronil o Sevilla.
P: También tuviste tu propio show de teatro, ‘Identidades’. ¿Qué recuerdos mantienes de esa época?
R: Eran varias obritas que yo había escrito, y las representamos en Sevilla, en una sala (que ya la han quitado) que se llamaba ‘La Imprevista’. En esa sala, la gente pagaba una entrada y te daban unas fichas. Se representaban tres obras de microteatro y la gente votaba según la obra que más le hubiera gustado. Las dos noches consecutivas que estuvimos actuando, ganamos ambas noches. De hecho, es muy curioso, porque la segunda noche tuvo tanta acogida de gente que tenía ganas de ver cosas que yo hubiera escrito que llamé al chico que trabajaba allí y le dije: “¿Tú tienes cerveza suficiente aquí?” Y él me decía: “Sí, sí, tú no te preocupes”. Y yo le decía: “Mira, te lo estoy diciendo en serio porque hay mucha gente que me está diciendo que viene”. Tú sabes que muchas veces la gente dice que va, y luego no aparece. Pues esa noche fue todo el mundo. Se quedaron sin cerveza antes de que empezaran las actuaciones. Fue una cosa muy bonita que guardo con muchísimo cariño.
También, con un grupo de autores de Sevilla (en el que soy la más joven), llevamos escrito cuatro volúmenes de teatro breve. Además, un teatro muy fluido que va enfocado a diferentes grupos. Por ejemplo, el primer libro que escribimos eran “Piezas breves para adolescentes”, con idea de que se representaran en los institutos o talleres de teatro. El segundo volumen que hicimos era “Teatro para viajeros con tablas», pensado para mayores. Después hicimos otro que era “Teatro políticamente incorrecto”, y ahora hemos hecho “Teatro del desamor”. También he escrito poesía. En 2015 gané el primer premio en la Fundación Jesús Serra, en Cataluña. Me dieron un buen dinero, con el que me compré un ordenador y me sirvió para darme cuenta que, igual, no lo hacía tan mal.
P: Por lo que me comentas, tu pasión por la escritura ha ido siempre ligada a tu otra afición: el teatro. ¿Los comienzos en teatro fueron igual de buenos que en la escritura?
R: Del teatro no he esperado nunca nada. Simplemente lo he hecho por diversión. Escribir no es mi profesión, yo trabajo en un instituto como profesora de inglés. Por eso me dedico a la literatura de una forma libre. Tengo la suerte de poder dedicarme a la literatura de una forma libre. La verdad es que siempre ha sido muy divertido y reconfortante. Tengo la suerte de haber podido ver mis obras representadas. Recuerdo la primera vez que vi el ensayo de esa obra mía fue una sensación, de tantas cosas que yo necesitaba gritarle al mundo, veía a personas desconocidas para mí, pero que eran mis personajes y hablaban por mí. Es una sensación que, cualquier persona que la viva, fliparía.
Nunca he escrito por la ambición de ganar dinero o ser reconocida. Lo he hecho, simplemente, por diversión y por placer. Aún así, hubo una época en la que tuve mis dudas. Y en ese preciso momento me dieron el premio de poesía de la Fundación Jesús Serra (año 2015). Me dieron un buen dinero y me compré un ordenador para seguir escribiendo. Me sirvió para darme cuenta que, igual, no lo hacía tan mal.
P: Me llama mucho la atención la expresión: “Poder gritarle al mundo”. ¿Qué sientes cuando te sientas a escribir? ¿Es tu momento para evadirte del día a día?
R: Para mí es una suerte el poder evadirme escribiendo, porque puedo hacer con el mundo lo que me dé la gana. El hecho de sentarme delante del ordenador creo que es cuando más libre me siento, porque soy capaz de hacer lo que yo quiera. Hay veces que es un poco frustrante, porque no encuentras la palabra exacta o el tiempo suficiente, pero bueno. Cualquier persona que se dedique a cualquier profesión también tiene momentos en los que vivirá cierta frustración. Pero me siento muy afortunada por encontrar esa forma tan sincera de expresarme.
P: En un futuro, ¿te gustaría dedicar más tiempo a la escritura y al teatro, o continuar con tu vida como profesora y compaginar ambas aficiones?
P: Depende. Si surgiera algún proyecto interesante o si conociera a gente que le apetece hacer algo diferente no tendría ningún problema. De todas maneras, yo también trabajo en la educación desde una manera creativa. Por ejemplo, este año imparto la asignatura de Artes Escénicas en mi instituto. Es muy constructivo escuchar cómo se expresan los alumnos y alumnas, trabajar con ellos la improvisación o las emociones. Me gustaría seguir trabajando con la creatividad unida a la educación.